viernes, 13 de abril de 2012

El Secreto de los sueños: Boreack (2)


Capitulo 2:
Un nuevo mundo. Boreack


Me desperté una madrugada de invierno en mi cama pero a diferencia del resto de días…¡Tenía un papel en mi mano derecha con algo escrito! Decía así:

“Escribo esto en un mundo desconocido para mi, al cual no pertenezco, con la intención de saber si en verdad es un sueño o la realidad.                            
                                                                Fdo.: Johan”

El papel estaba firmado por mi, lo que me impactó mucho. No se lo dije a nadie, porque era mi gran secreto. A partir de ese día, siempre desearía que llegase la noche, para poder ir a ese mundo de fantasía.
Al día siguiente de que supiese de que los sueños eran verdad, cuando me dormí y me desperté en casa de Karmack le pregunté cómo se llamaba ese mundo, del cual no conocía su nombre.
- Perdona Karmack, ¿cómo se llama éste lugar en el que estamos?
- ¡Cómo!, ¿es qué no sabes el nombre del mundo en el que vives?- yo estaba impaciente por que contestase, por lo que callé y esperé- Se llama Boreack.
Por fin sabía como se llamaba ese lugar al que iba, por arte de magia, todas las noches al dormirme. Por fin sabía donde me encontraba.
Tras desayunar, tal y como me había prometido Karmack, fuimos a la sala de entrenamiento de la tercera planta y empezó a enseñarme los movimientos básicos con la espada. Estocadas, quiebros y bloqueos.
Al principio todo me salía mal y acababa frustrándome, pero Karmack siempre me alentaba diciendo que si seguía practicando durante un tiempo, empezaría a notar mejoría. Aunque mientras me entrenaba, Yarakal me observaba desde la puerta con  una mirada escudriñadora, como si quisiera saber en que pensaba.
Cuando acabé de practicar con la espada, Karmack me dio su enhorabuena y me fui al aseo más cercano para ducharme. Pero no tenía más ropa que poner por lo que se lo dije a Karmack y me dijo donde estaba el armario para que cogiera cualquier ropa de las que había dentro que me pudieran servir.

En el momento en el que entre en el baño (que era la primera vez que entraba en él) me dí cuenta de que la ducha era fija, por lo que no podía cogerla con mi mano, y como gel había una especie de líquido amarillo suave. La esponja era natural, lo cual me pareció extraño ya que no me había hablado sobre ningún mar u océano en Boreack, donde se pudiesen encontrar.
Después de una refrescante ducha, me vestí con lo que había cogido del armario: unos pantalones cortos buenos para practicar con la espada, y encima de una camiseta oscura, una cazadora de cuero parecida a la que llevaba Karmack el día que le conocí en el bosque.
Más tarde fuimos a cenar, pero mientras lo hacíamos  Yarakal no paraba de decirme que tenía que practicar más para estar a la altura del Dogo, y si nos encontrábamos por allí, poder entablar una batalla con él hasta que llegase Karmack con su arma especial.
Me lo dijo tantas veces que acabé yéndome de la mesa a mi cuarto, harto de oírla quejarse. Por lo que me eché en la cama dispuesto a volver a mi vida real en la Tierra.

Y eso fue lo que ocurrió. Me desperté como todas las mañanas, con la salvedad de que ésta vez, como el primer día que había soñado con Boreack, estaba mi hermana, frente a mí. Era solamente un par de años menor que yo. No era alta ni gorda y tenía unos largos cabellos color azabache recogidos en unas trenzas. Hoy vestía un vestido de algodón  y medias, puesta que era invierno.
El día discurrió sin ningún problema, y por la noche me acosté otra vez para volver al sufrimiento de escuchar a Yarakal quejarse de mí.

Al despertar en mi cuarto ella no paraba de dar golpes en la puerta para que bajara a desayunar. Acabó dando  tantos, que después de que parara aun los escuchaba retumbando en mi cabeza. Tras desayunar, me fui con Karmack a la sala de entrenamiento para seguir practicando con la espada. Cuando de repente oímos en el bosque un gran estruendo y salimos al exterior para ver que pasaba, siempre armados con una espada, por si la necesitábamos. Lo que vi me aterrorizó. Era el Dogo que me había atacado.

El animal estaba persiguiendo a un pobre anciano que se había aventurado en el bosque en busca de frutas para comer, y el Dogo le había arrinconado en el tronco de un gran árbol, dispuesto a devorarlo. Fue entonces cuando Karmack, sin pensárselo dos veces, cargó su fusil-ballesta (al que llamaba cariñosamente Springfiel en honor de un fusil de la II Guerra Mundial) y le disparó en el hombro, lo cual hizo que cayese derribado. Pero mientras recargaba el arma, se abalanzó sobre él. Solamente me dio tiempo a interponer mi espada entre éste y Karmack, antes de desmayarme por el golpe.

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